El Eclectico Palomitero

Allá por 1963 en plena guerra fría y en el punto álgido del R&R -antes de la explosión Pop británica- Billy Wilder se marcó una de sus comedias alocadas, tal vez menor, pero divertidísima. En la trama James Cagney –puede que en su papel más divertido- es un alto directivo que pretende introducir la Coca Cola en la URSS en un guion de diálogos vertiginosos, lo que me hace recordar esa pequeña genialidad es el ‘Un, Dos, Tres’ que da título a la película, con el que gestiona toda su actividad. Veloces órdenes al ritmo tres en tres y eso me trajo a la cabeza el concierto de Nikki Hill.

El RockandRoll sustenta su poderío en 3 acordes y ese es uno de los matices que utilizan sus detractores para menospreciarlo, la velada de Nikki Hill fue la perfecta respuesta a esos críticos, una maravillosa, brutal, energética y virtuosa muestra de la mejor música moderna. Nikki Hill posee una gran voz modelada -como es habitual en las grandes estrellas negras del Blues y similares- en los coros góspel de las iglesias. En todo el concierto solo pude apreciar un par de pequeños fallos en los que no llego al tono, pero fueron muy puntuales. A su lado dos virtuosos de la guitarra, un bajista y un batería no se necesita más. Temas como «Twistin’ the night away» o uno de los más celebrados por un público que acabo puesto en pie y bailando ‘Oh My My’ porque era muy difícil sujetar a la gente en los asientos, llegó el momento en que algunos nos pusimos en las esquinas cuando ya no aguantábamos sentados, unos a bailar y otros a mover rítmicamente un pie que es lo más cerca que he estado de bailar en mi vida.

Nikki es la estrella de la banda, una estrella que en su enérgica representación sustenta el show, pero no es una diva egocéntrica que teme ser eclipsada en su protagonismo, durante el viaje por los distintos afluentes del RockAndRoll fuimos recibiendo dosis de Rockabilly, de Soul, de Funk,  Rhythm and Blues, incluso toques del Hard rock y a mí me dio la impresión de un poquito de Reggae e incluso un toque Punk en la mencionada «Oh My My», todo eso aderezado por los punteos de guitarra de Matt Hill -pareja de Nikki y al que tenemos que agradecerle que la convenciera para que se dedicase a la música- y largos riffs que hacen del espectáculo un concierto inolvidable.

La noche termino con la sensación que la Nikkimania había llegado a Murcia y puedo asegurar que -si nada lo impide- la próxima vez que nos visite estaremos como mínimo los mismos que el pasado viernes, porque ninguno querremos perdérnoslo.

Foto: Ana Belén Sanchéz