Dariel Carrasco

¿Quién no ha soñado con conocer a su grupo favorito? ¿Quién no ha soñado con poder hablar con alguno de sus ídolos, aunque fuese un minuto? Pues bueno, ahí estaba yo, a las 15.50 de la tarde de un 5 de marzo a punto de enfrentarme a una de las entrevistas más importantes de mi vida, no solo a nivel profesional sino a nivel personal. No, no iba a entrevistar simplemente a Miss Caffeina, iba a entrevistar a la banda que fue un antes un después en mi vida; con la que había saltado de alegría en un concierto en primera fila al que fui solo, con la que he tenido miles de buenos momentos y la que me había acompañado en días de bajona. La de mis himnos y la banda cuyas canciones me ha dedicado más de una vez una de mis mejores amigas.

“¿Estás nervioso?”, me preguntaba mi compañera Lola, quien me quería acompañar a la entrevista como apoyo moral. “No, no lo estoy, solo estoy ansioso”, le respondí. Si el fan de mi interior gritaba de alegría, el profesional que habita en mí sabía que, en aquel momento, había conseguido uno de sus sueños.

De repente, mientras Lola terminaba de fumarse un cigarrillo y charlábamos con compañeros de otro medio, aparecieron: ahí estaban Alberto, Sergio, Tony y Álvaro. “Vale sí, esto es real, voy a conocer a Miss Caffeina”, fue lo primero que se me vino a la mente. Me giro para mirar a Lola, la cual me sonría al verme intentar contener mi cara de fan descontrolado. Se acercan y, como buen profesional, me toca estrecharles la mano. En ese momento, seguía sin creerme que todo estuviera pasando de verdad. Michel, el representante, se presenta también; Alberto y los demás entran y yo me quedo indeciso entre seguirles o quedarme al lado de Michel. Al final, Lola y yo entramos, Tony, Sergio y Álvaro suben por las escaleras y tras esto los demás seguimos en el ascensor. Lola sigue sonriéndome mientras yo sigo intentando asimilar que tengo a Alberto frente a mí y que tengo que actuar como un periodista.

Una vez arriba, Michel nos pregunta a todos si queremos café. Todos lo aceptan excepto yo, que en mi afán por no ponerme nervioso digo: “No, muchas gracias”.

Es este en el momento en el que comienzo a preguntar y, como buen fan, me he estudiado el disco de arriba abajo para la situación. Les pregunto por el desarrollo del sonido electrónico en sus canciones y la progresión desde “De polvo y flores” hasta “Oh Long Johnson”, en las que los sonidos electrónicos son evidentes y por cuándo es que deciden dar ese salto. Sergio es el primero que se lanza a la piscina: “En ningún momento, en realidad”. Alberto agrega que “fue muy orgánico todo” y que se fueron atreviendo “poco a poco”. Me habla de “De polvo y flores”: “Había una canción nexo que era “Venimos”, la primera vez que empezamos a meter más electrónica, en “Hielo – T’” también había… pero eran cosas pequeñas”. Y Alberto añade: “En “Detroit” nos sentíamos bastante a gusto con la electrónica que había, que también era bastante, pero sí es verdad que había más guitarra, lo que lo hacía más común a los trabajos anteriores”.

Alberto va a comenzar a hablarme de “Oh Long Johnson” cuando el camarero llega a anotar los cafés: dos cortados, algún que otro limoncello y un agua con gas. Michel vuelve a preguntarme si quiero algo y mi respuesta vuelve a ser un “no, gracias”, a la vez que mi cabeza piensa: “En realidad una manchada tampoco sería mala idea”.

Tras el inciso, Alberto vuelve a retomar el tema de “Oh Long Johnson”: “En este disco fue muy orgánico todo. Es más radical, pero no nos hemos sentido como si invadiésemos un sonido que no nos perteneciese del todo, ha sido un disco muy fluido”.

Les pregunto por la metáfora detrás del disco y por la persona que recibe el nombre del mismo. Todos miran a Sergio y él se ríe. “Le tenemos asignada esta pregunta a él”, dice Alberto y, seguidamente, Sergio responde: “Es un gato que habla, un meme, un vídeo que se hizo viral y que nos ha servido para dar título a la canción que abre el disco y para hilar algunos de los temas del disco”.

“Entonces, dejamos claro que “Oh Long Johnson” es un gato que habla”, agrego yo, sorprendido. “Es un gato que habla, y es tan inspirador como para darte que pensar un montón de cosas. Sí”, me dice Alberto mientras me mira. “No está muy convencido de lo del gato que habla”, agrega Sergio entre risas, hacia lo que yo muestro mi conformidad: “No, lo veo guay porque de cualquier cosa puede sacar algo tan brillante como lo que está siendo “Oh Long Johnson” ”. “Sí”, responde Alberto. “Tiene un punto irónico y absurdo”, agrega Sergio: “Tiene bastante que ver con la forma en la que hacemos humor nosotros mismos”.

Les pegunto por las influencias del disco, a lo que me responden que hay influencias de todo tipo de música cercana a la electrónica, no solo clásicos de los 80 y 90, sino también de artistas mucho más recientes como Lorde o Dua Lipa. “Hay una parte de calambre que es muy Massive Attack, o sea, de los 90”, agrega Alberto.

Les pido que me hablen de las dos baladas del disco y sobre el contrapunto clásico que generan “Reina” y “Ausentes presentes”, en comparación con el sonido eléctrico del resto. “Cuando la canción es una canción de un tinte más clásico, la canción habla sola y te pide cosas muy concretas. A “Reina” se le podrían haber hecho muchas cosas, pero en el caso de “Ausentes presentes” es que no pensábamos que hiciese falta nada”, me dice Sergio. “Es casi una canción de John Lennon, bueno, el concepto digo. Ojalá pudiese componer la mitad de bien que John Lennon”, agrega entre risas. “Fíjate que para mí “Reina” está producida muy a la línea del disco”, puntualiza Alberto. “Al ser de un ritmo más bajo y ser más lírica, puede parecer que se sale, pero a mí me parece que está muy dentro de todo el conjunto”.

Les pregunto por algo que dijeron en el “Murcia se mueve”, allá por 2016. “¿Os acordáis de cuando dijisteis que queríais hacer vuestra propia versión del reguetón sin ser reguetón? “¿‘Oh Long Johnson’ es eso?”, a lo que Alberto responde: “Sí, coger elementos de diferentes géneros y llevarnos los a nuestro rollo”. “‘Prende’”, puntualiza Tony. “Con ‘Prende’, por ejemplo, el principio de la canción parece que te introduce a un tema de reguetón o de urbano para luego ir a otro sitio”, continúa Alberto. “Coger trozos interesantes de cosas que nos gustan y escuchamos es muy interesante”, a lo que Tony vuelve a agregar: “Patrones de otros estilos que interpretamos y hacemos nuestros”.

El grupo comienza la gira en escasas dos semanas y pararán en Murcia como es usual en ellos, pero esta vez de una manera diferente. Les pregunto por la gira y más concretamente por su paso por la edición de este año del Warm UP. Sergio, Alberto y Álvaro miran a Tony y comienzan a bromear sobre una marinera de neón gigante cruzando por el escenario: “En esta gira queremos dar un pasito más en nuestro show y convertirlo, de alguna manera en lo que queremos que llegue a ser”, me dice Tony. “Un show bastante visual y con medios potentes, traído de una manera un poco más humilde, pero dándole mucha importancia a la fiesta y a la escenografía”. Seguidamente comienza a hablarme sobre el Warm UP: “Hace tres años que no venimos y creo que va a ser un concierto muy especial. En Murcia nos tratan muy  bien y se nos quiere mucho, además va a ser el segundo festival de la gira y lo vamos a coger con muchas ganas”.

Me voy completamente del tema a la vez que comienzan a llegar los cafés. Aprovecho mi trabajo de fin de grado como excusa para preguntar si creen que la música indie se ha convertido en la nueva música mainstream y empezamos a debatir. “Puede ser”, dice  Alberto. “A nivel de consumo y asistencia a concierto podemos decir que sí, porque hay festivales como el Arenal Sound que te congregan casi 40.000 personas”, agrega Álvaro “Evidentemente, la difusión de lo que conocemos como música en radio es muy distinta a la música mainstream de la radio comercial, pero sí que hay una industria y hay una escena, que hace años que no la había”. “Es verdad lo que dices”, comenta de nuevo Alberto. “Para el público sí que es mainstream, porque mueves masas, pero luego los medios no tienen repercusión”. “Ahora no, igual más adelante sí que se vuelve mainstream de radio y televisión, pero ahora es verdad que los medios no están tan metidos dentro de la escena indie”, comenta Tony.

Les pregunto por qué creen que esto está ocurriendo, pero no lo saben a ciencia cierta: “Nos parece curioso. En el disco anterior fuimos un poco conejillos de indias junto con otros grupos, empezando a sonar en radios grandes como Los 40 Principales; dos de nuestro singles entraron en listas y tal, pero creo que se quedó un poco ahí”. Alberto continúa exponiendo su opinión: “Creo que ahora tienen un proyecto para darle más difusión, pero se quedó como a medias. Pensaba que iba a venir más gente detrás, más grupo. Creo que igual les parece arriesgado, pero no entiendo la diferencia entre la gente que va a un festival y la gente que escucha la radio”.

“Ahora que ha entrado gente más joven en los medios están relacionados con esto. La radio es un medio en el que la gente trabaja muchos años y es bastante conservador”, comenta Sergio. “La gente joven es la que está deseando pincharte y creo que esa gente aún no ha tenido los medios, aun así hay bandas que llenan más conciertos que lo que suenan en la radio”. Álvaro entra en la conversación pronunciándose sobre la televisión: “Con la televisión pasa lo mismo. El rango de edad de los altor cargos que eligen la línea de un informativo o un programa dista e la gente joven que si cree que una banda que mete 15.000 personan en un festival está a la misma altura de otros artistas que han vendido millones de discos”. Saco Operación Triunfo a colación y toda la relación que ha tenido el programa y, en consecuencia, Televisión Española con la escena, a lo que Alberto me responde: “Entró gente muy joven y muy afín a nosotros a trabajar en OT, incluso los mismos concursantes que lo reclamaban también. En ese momento estuvo bien que la productora se dejase guiar de esa manera”.

“Eso se nota mucho en los vídeos que montan las cadenas de televisión”, agrega Álvaro. “Cuando nos dicen que una canción nuestra ha salido en un telediario sabemos que quien la está montando es una persona más joven y con una cultura musical más indie”.

Continuamos charlando sobre cosas de menor importancia: seguimos hablamos sobre OT, sobre Eurovisión a lo que, al preguntarles si irían, Alberto responde: “Ni de coña. Tendrían que cambiar muchas cosas para que nos decidiéramos a dar ese paso”. Les pregunto sobre ‘Señales’, la canción que hicieron para Agoney y sobre qué va a pasar con ella. “Metí la pata publicándola”, confiesa Alberto. “En un momento pensamos meterla en el disco, pero era demasiado común con ‘Reina’, en principio, no la vamos a grabar nosotros”.

Cuando les pregunto por su canción favorita del disco, todos responden ‘Calambre’ al unísono: “La producción es súper acertada y ha llevado la canción a un sitio súper poderoso”. Les hago mirar hacia atrás y les pido sus canciones favoritas de sus otros tres discos. Alberto escoge mi rutina preferida”, “MM” y “Detroit”, Sergio “Ley de imposibilidad del fenómeno”, “Venimos” y “Gladiador”, Álvaro  “Ley de gravitación universal”, “Modo avión” y “Mira como vuelo”. Tony, por último, escoge “3000” de “Magnética”, “N1”, “Modo avión” y “Desierto”.

Termina la entrevista y, al igual que ellos me quedo con las pequeñas cosas que te pueden inspirar a hacer cosas más grandes: me quedo con el gato que habla, con la cara de asombro se Alberto cuando, tímidamente, saco ‘Oh Long Johnson’ de mi mochila y les digo: “La verdad es que soy muy fan vuestro y me gustaría que me firmaseis en disco”. También quedarán en mi retina las firmas rociadas con laca porque se me olvidó llevar un permanente, con la foto borrosa que nos hizo Lola mientras manteníamos esa conversación, los nervios del comienzo y la satisfacción personal.

Porque, de una manera u otra, el universo ha querido darme el placer de compartir un trozo de la tarde de cuatro personas que son uno de mis referentes más importantes en la música y que han demostrado que son unas personas increíbles.

Viva el destino, viva Miss Caffeina, vivan los gatos que hablan, viva “Oh Long Johnson” y, sobre todo, viva la música.