Ángel Pacheco

Nunca dejará de ser novedosa la presencia de un “cadáver de vaca” tocando varios instrumentos a la vez a modo de hombre-orquesta. Es bizarro, divertido, perverso quizá, pero siendo fieles a la verdad, no fue una noche interesante.

Ya en la puerta comentaba con amigos la arriesgada apuesta de Lady Guitar en REM. Alv McMartin nos hablaba de la virtuosidad de este artista con las teclas, pero todos teníamos en la cabeza el mismo temor: podría hacerse muy repetitivo. Al entrar a la sala me sorprendió la cantidad de gente que vino a darle su voto de confianza a Vurro, teniendo en cuenta que era la primera vez que el hombre-vaca ofrecía un concierto íntegro.

El primer tema, ágil y clásico, nos dió ya el resumen de lo que sería el resto de la noche. Pianos rápidos, golpes locos de batería y samples de El Chiquito de la Calzada. La voz estaba distorsionada intencionadamente con lo que parecía un overdive de guitarra eléctrica, lo cual supuso que no se entendieran la mitad de las letras. Y así todo el tiempo. Nada cambió durante el concierto. De vez en cuando, Vurro sacaba alguna carcajada al público con sus samples de Chiquito, pero poco más que destacar. Ni siquiera los alocados ritmos estilo Chuck Berry pudieron hacer bailar a los asistentes mucho tiempo. Todo esto no quita que el artista sea un verdadero virtuoso con los teclados y es admirable su coordinación para tocar al mismo tiempo la batería, pero como espectáculo deja que desear.

Al final, Vurro nos dejó un sabor algo amargo, pero entendemos que siempre hay margen de mejora. Desconocemos si el misterioso artista tiene fechas próximas en su calendario, entre otras cosas porque no concede entrevistas, así que siempre podremos decir, aunque fuera solo una vez: “yo vi al hombre-vaca tocando rock and roll”.