Ayer a las ocho de la tarde en el Cuartel de Artillería de Murcia se presentó el proyecto Trilenio (Triunfo de las Letras en Nuestro Milenio). La sala donde se realizó el acto era cuanto menos pintoresca. Espaciosa y decorada con banderillas de fiesta de cumpleaños, transmitía aires de informalidad. El sitio era modesto: la pintura de las paredes se desconchaba, olía a humedad y se oía jugar a los niños de fuera.

Acudimos unas veinte personas, no muchas. Además, me dio la impresión de que yo era la única que no compartía relaciones estrechas con la gente que organizaba el evento. Eso parecía más una reunión de amigos que la presentación de un proyecto. Quince minutos pasadas las ocho, Victorio Melgarejo, uno de los fundadores de Trilenio, dio comienzo al acto.

La presentación empezó con el visionado de un vídeo en el que varios amigos y colegas, entre ellos Boris Izaguirre, apoyaban el proyecto. Lamentablemente, la calidad del sonido se echaba en falta. Acto seguido, Melgarejo expuso de qué iba Trilenio.

Trilenio es una plataforma cultural centrada en el mundo de las letras. Pretende servir como apoyo a los escritores que tengan algo que decir y como medio para atraer nuevos lectores. Defiende la idea de que todo arte nace en las letras y por ello se pasó a la lectura de algunos poemas.

Cinco amistades de Victorio leyeron fragmentos de poemas de distintos escritores murcianos. Estas personas tenían en común el amor por las letras y el ansia por expandir la cultura no solo por Murcia, sino por España. Algunos de ellos derrochaban auténtico talento dramaturgo y consiguieron ponerme los pelos de punta.

La próxima parte del encuentro consistió en la explicación de la página web de Trilenio, elaborada por el otro fundador de Trilenio, Francisco José Motos. Motos describió el sitio web como “una tarjeta de presentación de Trilenio”, encabezada por citas de ilustrados autores. Por ejemplo, enseñaba una de Lorca que dice: “La poesía no quiere adeptos, quiere amantes”. La página se veía ilustrativa y moderna. Cualquiera diría que la ha confeccionado un hombre que ha confesado saber poco de informática.

El cantautor Moy Gomar finalizó el evento con otro tipo de cultura y arte: la música. Dio la chispa que quizá hacía falta. Con aspecto desenfadado, acento andaluz y comportamiento extrovertido, nos regaló dos piezas que había compuesto. No tenían mucho que ver con el tema que se había tratado, pero reforzaba esa idea de repartir cultura. Cuando acabó de cantar, Victorio Melgarejo lo definió como alguien que quería «construir un mundo mejor con lo que escribe”.

Victorio concluyó con una sonrisa de oreja a oreja y con palabras de agradecimiento. La charla acabó a las nueve y de nuevo con ese toque informal. Un aperitivo humilde basado en patatas fritas de bolsa, aceitunas y frutos secos, coronaba una mesa de plástico en la esquina izquierda de la sala. Para acompañar, los fundadores de Trilenio invitaron a los asistentes a un “vino español”. No cabe duda de que supieron cómo ganarse a su público.